Page 3 - Intervención Pastor Alape Congreso por la paz
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de vida y amor del quehacer diario, desde las aulas; desde los espacios
de producción, los arados, las comunas, los barrios, las calles, las
veredas, las trochas, es decir ganar escenario de acción colectiva en
defensa y reivindicación del derecho inalienable e inajenable a vivir en
paz, con justicia social.
Creo que debemos seguir reflexionando sobre la desafortunada
experiencia del plebiscito de octubre de 2016 como un antecedente de
estos tiempos que, ante el triunfo del No, desató la potencia
transformadora de la ciudadanía movilizada en respaldo a la paz. Este
gobierno y la sociedad en su conjunto deberíamos aprovechar esas
lecciones aprendidas.
Fue el pueblo movilizado, en democracia directa y plebeya, en las plazas
públicas de toda Colombia, la que, en términos políticos, refrendó el
Acuerdo de Paz entre las extintas FARC-EP y el Estado colombiano luego
de los resultados del 3 de octubre.
El Acuerdo Nacional, que el AFP lo definió con Acuerdo Político Nacional,
sigue siendo parte de la agenda de la construcción de paz y que debe
iniciarse por un acuerdo de unos mínimos para avivar la esperanza, la
confianza y bajarle intensidad a la polarización. Es decir, un pacto básico
de todos los actores políticos y las expresiones organizativas de la nación
en defensa de unos mínimos comunes para enaltecer la vida. Algunos
mínimos comunes podrían ser:
a. Fortalecimiento del motor productivo de la nación para la
superación de la pobreza multidimensional.
b. Ampliación de la democracia para la participación efectiva de los
actores del espectro político nacional.
c. Rechazo a la violencia política en todas sus dimensiones: física,
discursiva y simbólica.
d. Implementación integral del Acuerdo Final de Paz. Muchos de los
elementos antes expuestos están contenidos en el Acuerdo. La